domingo, 30 de noviembre de 2008

EL LIBRO EN LA RED

EL LIBRO EN LA RED


Hace poco, en el homenaje que la Cuidad de México le dedicara a Carlos Fuentes, oí los quejidos de protesta de una tristísima Nadine Gordimer alertando acerca de los problemas que suponía la digilitación de libros por internet. En estos días, el escritor norteamericano John Updilke volvió a alzar la voz contra la práctica. Publicó un artículo titulado “El fin del autor” en donde predice que la digitalización de la literatura es el golpe final contra los libreros y contra la literatura.

John Updike reacciona contra un artículo escrito Kevin Kelly y publicado en el New York Times Magazine. Según Kelly, el plan de Google de escanear el contenido de cinco importantes bibliotecas de investigación e incluirlas en una opción de búsqueda ha resucitado el sueño de la biblioteca universal. "El explosivo avance de la red, que ha pasado de la nada al todo en una década", cita Updike a Kelly, "nos ha animado a volver a creer en lo imposible. ¿Puede que la tan anunciada gran biblioteca de todo el saber realmente esté a nuestro alcance? A diferencia de las bibliotecas de antaño, ésta sería verdaderamente democrática, y ofrecería cualquier libro a cualquier persona".

Pero lo que le para los pelos de punta a Updike es que Kelly argumenta que , al igual que con la música, los lectores podrán armar su propia biblioteca de fragmentos. Podrán romper el libro en las páginas o párrafos que les gusten , sólo leer aquello que les interese , romper con la integridad de los libros.

Desde España Vilá-Matas reacciona a Updike, argumentando que poco podemos hacer los escritores para frenar la digitalización de novelas y su caprichosa fragmentación virtual. Recuerda como unos jóvenes amigos estalinistas de la universidad arremetían pretendían aniquilar todo trazo de autoría artística. Vilá –Matas termina argumentando que sus amigos “tenían algo -o mucho- de comisarios políticos y perseguían con verdadera ferocidad, no sólo a los autores consagrados, sino a aquellos jóvenes de su propio medio que despuntaban con una inteligencia artística claramente superior a la suya.

¿Pero, qué es un autor? ¿Un “maestro”?¿Un pequeño dios cuyos trabajos no pueden ser tocados? ¿Desaparecerá la categoría si se amplía el acceso “total” a su obra (y a posibles juegos virtuales con ellas) ? ¿Qué pasará con el acto de leer cuando desaparezcan los criterios de integridad o de calidad que nos dirigen hacia ciertas obras y autores?

Hace poco menos de un año, el escritor peruano finalista del Premio Herralde del 2008, Iván Thays estuvo en Puerto Rico dictando una conferencia sobre el tema de literatura e internet. Thays vaticinó : “La época del autor semidios está llegando a su fin.La gente podrá conversar con sus autores por internet, por facebook, las obras no tendrán que pasar por grandes editoriales europeas para ser catalogadas de “buenas”. Quizás se esté acercando una era de democratización literaria, no tan sólo para los lectores, sino para los autores de países como el mío.”

Quizás en esto estriba la polémica que tiene tan nervioso a Updike, que sacude el alma de Nadine Gordimer (pero, espérense, ella es sudafricana- bueno, sudafricana blanca) y que Vilá-Matas enfrenta con una buena dosis de cinismo español.

Niguno de ellos es peruano.

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